martes, 3 de diciembre de 2013

Tormenta antigua

Calor intenso (incluso en la noche); insoportable. El cielo se enoja lentamente, el aire aun no se inventó: estamos en la era de la quietud. Toda la imponente belleza de las nubes, pesadas como pesan los días mas húmedos del verano sofocante. Se mueven lentamente como si nosotros fuéramos las hormigas que somos, se mueven lentamente a miles de distancias hacia arriba. Gota, silencio.
Gota, silencio.
Silencio, silencio, gota.
Gota, gota, gota gota gotagotagota ...
Los relámpagos se ramifican en las nubes que ocultan nuestro cielo como manchas liquidas que explotan chorreantes en la tela de esta pintura.
Las gotas cumplen una función de privación; son para que no podamos ver hacia arriba como algún dios enloquecido crea mundos usando al cielo de lienzo.
Gotas (muchas) y truenos, viento y furia. Baja la temperatura. El viento intimida hasta a los arboles.
Un canto comienza a formarse en mi garganta que empuja implorando salir. No se que dice; suena como aborigen. Suena a susurro lejano en el tiempo, a algo primitivo que toma cuerpo y forma, que nace: no del lenguaje sino de una memoria antigua.
El agua pega violenta y sin clemencia, yo tirado en el suelo resistiendo. El silencio murió hace rato; ahora estamos en la era de "las gotas dolorosas" que como kamikazes se dejaron caer e intentan darme en los ojos, intentan (siguiendo su mandato) cegarme. Lo consiguen, me arde la vista; el canto sigue creciendo y el animo se tambalea tratando de decidir si rendirse o seguir aguantando. "Seguimos aguantando" dice el susurro que ahora es vos de guerra. Como de alguien que va a la batalla y esta tomando coraje. La vos de guerra no es mía, es de pueblos ajenos, de los originarios de estas tierras que hablan a través de este canto a gritos y gritan que no quieren dejar sus vidas, ni sus tierras ni su pasado ni mucho menos su futuro. Es un grito del tiempo viejo, es un grito que no conoce este presente ni lo que se le hizo a su pueblo. Y crece, sigue creciendo (casi tanto como la noche y su temperamento) y se incrusta en mi pecho y me hincho. Me siento con valor para enfrentar esta tormenta y al espíritu de la lluvia que en ella habita: oh oh oh oh!!! rara re ra ra!!!! umba le sodale!!!! rara re rara!!!  shhhhh chu chu chuuuuuuu aaaaaahhhh!!! -Dice el canto.
oh oh oh oh!!! rara re ra ra!!!! -Sigue diciendo.
No sabemos de nosotros mismos hasta que enfrentamos las experiencias que nos toca atravesar.
No nos conocemos hasta que soportamos el carácter tremendo de la tormenta sobre la tierra en la que están nuestros pies descalzos.
La lluvia comienza a someter mi espíritu pero no me siento derrotado porque mi rival es enorme y ancestral y natural y hace lo que hace desde el principio de los tiempos.
Por eso me retiro, no soy  quien para tentar a una entidad antigua. Solo necesitaba la paliza purificadora. La purga a los males creados por el hombre que soy. La frescura de sentirse ínfimo en esta espacio que habitamos. Ganar la mirada simple del que acepta y espera a la muerte (no como algo tragico o negativo) sino mas bien como algo natural e inevitable.

No hay comentarios:

Publicar un comentario