Decidir entre lo que creemos y lo que creemos creer.
¿Realidad o invención literaria maquillada con misticismo?
Es que este momento requiere que nosotros le pongamos mucha onda para no caer en la amarga, ordinaria y estéril visión en que la vida es de la forma que nos cuentan; ellos los que creen sólo en lo lógicamente comprobable.
Pecando de fantasiosos nos perdemos en la imaginaria idea de que el universo tiene para cada uno de nosotros algunos guiños guardados y que si no los vemos podemos igualarnos a los necios y dejarlos pasar sin ningún gustito diferente al que nuestros padres más racionales nos cuentan.
¿Te acordás de lo mal que le hacía a nuestro estómago el tragar amargo el jugo de los enrosques que tanto masticamos? dándole vueltas a las ideas sin llegar a alguna conclusión más sanadora que nos haga sentir que el mundo no esta tan (pero tan) mal.
Y cuando quedaste atrapada en el rincón más oscuro de tus ideas, en cuclillas, abrazando a tus piernas, apoyando la pera en las rodillas y la luz decreció tiñendolo todo de ese matiz ensoñado, melancólico y pesadillesco; cuando suspendido en el aire se dejó ver el colibrí (deteniendo el tiempo) dando inicio a un momento único que no dejaste pasar, ese fue el guiño que supiste interpretar.
¿Qué son esos animales inusuales?
¿Espíritus espías de entidades antiguas que nos vigilan?
¿El portador de un mensaje que no sabemos interpretar?
¿O solo nos resta entenderlos como la simple contemplación de la belleza del mundo?
(no somos nada más que ojos y corazones para ‘entender’ esta vida)
También vimos arañas, amenazantes, provenientes de la humedad y la oscuridad, pero asi es la vida. Como esa vez en la que venías flotando por las calles tranquilas de los barrios primaverales de las horas en donde el sol gentil se despide. Y te asustaste, ese escalofrío que recorrió tu cuerpo como premonición del peligro y de repente viste el miedo encarnado en aquel desconocido. Corriste para dejarlo atrás, corriste para que no te alcanzara, cerraste los ojos (y sin que importe nada más) corriste hasta que te chocaste con la rosa gigante y su aroma embriagador, más enorme que los miedos. Y ese momento te regalo una sonrisa; de esas que mejor te sabes.
Las veces que deseamos con fuerza que algo pase (y pasa) serian muchas mas si pusieramos en practica mas seguido esto de creer con nuestro corazón (en vez de pensar en la desilusión de que lo misterioso no existe y por lo tanto lo extraordinario no va a pasar). Es como si antes de intentar caminar lo creamos imposible porque sentimos que no tenemos piernas aunque nuestras piernas estén sanas y fuertes esperando llevarnos por las los senderos de la vida.
Si sentimos que estamos distraídos, dispersos, alejados; quizá debamos tener cuidado.
Si nuestras intenciones viajan lejos de acá aunque nuestro cuerpo quede inmóvil quizá sea señal de que hacia algún lugar tenemos que partir.
¿Ir a donde? (Uno suele preguntarse)
¿A otra casa?
¿A otra provincia? ¿A otro país?
¿Desembocará este “ir” a un lugar físico?
O quizá lo que nos está llamando no provenga de esta realidad, ni de este tiempo-espacio por el que estamos transitando.