lunes, 25 de junio de 2012

Encierro

Podrás tener todo o casi todo el pelo en tu cabeza, pero no la frescura de tu cara que te arrebataron noches y noches de humo y bares, alegrías y desilusiones y charlas a los gritos y algún que otro susto y/o preocupación, ¿todo para que? Para escapar del tremendo encierro, de la quietud de tu cuarto, de la inmovilidad que genera en tu mente (cada vez mas escasa de imaginación) , del vació que se siente en el pecho como la nada misma y la tremenda y aterradora pregunta que nos paraliza, que nos desafía, que nos muestra lo cobarde que somos y la evitamos, abrimos un libro, vemos una película, tocamos la guitarra, solo para evitar la miserable y perturbadora pregunta, simple pero molesta, simple pero angustiosa, y parados mentalmente en el cuarto, encerrados, el cuarto vació, el cuarto apenas iluminado, en el que no podemos dormir, ni soñar, solo maquinar y alimentar con leña la maquinaria... la pregunta que nos hacemos refiriéndonos a nuestra fugaz existencia, y poniendo en la balanza lo que tiene sentido y lo que no, lo que nos mueve y lo que no, lo que nos hace bien y lo que no (cruel cruel encierro, cruel cruel cruel mi mente)
la pregunta que se formula mirando la mesita ratona y el desorden real y el desorden mental, la pregunta que nos hacemos y formulamos, la pregunta que  genera la idea de vació y el horror que nos causa la idea de vació a nuestras preocupadas y pequeñas mentes.
La pregunta,  que de tanto preguntarnos y pensar e ir y venir y darle vueltas al asunto, nos vamos por las ramas y nos preguntamos:
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¿Cuál era la pregunta?