Canciones para los corazones en problemas, donde la música le gana al vacío que dejaron, y que de tanto conjurar olvidos ya no entienden la sinapsis de estos días.
Pacientes, escuchamos a los lobos al final del camino, donde nos contaran secretos que oyeron llorar a los autos y la gente enferma para poder aliviar la resaca de estos días.
Glotones de nuestra carne, los perros al final del túnel, esperan ansiosos, siniestros y no habrá humo de lagartos que salven a las ideas de reptiles que soñamos por décadas. Y aunque el ángel de barrio insista, con sus cuentos y artilugios, tus pechos y los hombres sin tiempo ya no hablan con extraños ni lloran nuestra ausencia, mientras el iris-caleidoscopio escribe sobre las piedras los nombres (que en un sueño) se revelaron como eternos.
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